
Nací en Madrid en 1965 en el Barrio de Salamanca, calle de Juan Bravo. Aún así nunca me sentí «gato» supongo que debido a mi naturaleza viajera y a mi corazón global. De todas formas, nacer en un sitio es -en no pocas ocasiones- una mera casualidad, y hacer de ello la reivindicación de los logros personales de alguien, un sentimentalismo cuanto menos arriesgado. El localismo, por regla general, no me seduce, el nacionalismo me chirría y el separatismo me parece una patología peligrosa. Aún así profesé el madrileñismo en una época -dorada para mí- que fue el inicio de los años ochenta, cuando pululaba por el Rockola, por Malasaña, charlaba con Carlos G. Berlanga tras sus conciertos, entrevistaba a Décima Víctima para un fanzine local, vendía discos de Polansky y el Ardor por los pubs, y leía con deleite los bandos del Viejo Profesor. Ese fue otro Madrid, difícilmente reconocible hoy día.
Sigue leyendo